En el día de la Cero Discriminación, Carles Feixa reflexiona sobre la discriminación de la juventud durante la pandemia y su culpabilización por los rebrotes. Además, el Antropólogo Social propone que las nuevas generaciones participen en las decisiones para afrontar la crisis actual que no es sólo sanitaria, sino también económica y climática.

Los jóvenes han sido discriminados en algunos momentos de la pandemia, incluso se los ha criminalizado al culparlos por los nuevos brotes. Aunque los datos epidemiológicos demuestran que los rebrotes no fueron culpa de ellos, sino especialmente de la gente que iba a bares, reuniones familiares…, que eran personas de todas las edades. Sin embargo, desde el mes de julio se empezó a culpar a la juventud. Por ejemplo, el presidente Quim Torra dijo: «Tenemos un problema con los jóvenes». Fue muy contraproducente y el discurso se fue extendiendo en diferentes ámbitos como si ellos fueran los culpables de los rebrotes y no la incoherencia de las medidas políticas o el hecho de que todo el mundo tuviera una necesidad muy grande de recuperar la vida social. Esta culpabilización, en vez de provocar una actitud mejor en la juventud, en realidad producía el efecto contrario, algunos han empezado a comportarse de una manera incorrecta.

Por otro lado, las restricciones horarias marcan un tema moral, como si la noche fuera peligrosa y el día no lo fuera, y los datos demuestran lo contrario, que la mayor parte de los contagios se producen de día. Se puede entender que fuera una medida fácil de aplicar, pero esto dejó fuera la juventud, en parte porque en las últimas dos décadas el ocio juvenil ha sido nocturnizado. Y eso no lo han hecho los jóvenes. Los han abocado a la noche porque han prohibido todo espacio de ocio en el centro urbano y para la juventud nocturna es un gran negocio. Por lo tanto, los hemos abocado a la noche y ahora les decimos que no pueden salir nunca, ningún día y se lo hace con un discurso autoritario, moralista, muy adultocéntrico.

Actualmente, estoy participando en un grupo de trabajo de la Aquas, la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña, con adolescentes y jóvenes adultos, precisamente porque se dieron cuenta que la comunicación de las medidas no sólo no están llegando a la juventud sino que más bien están consiguiendo el efecto contrario. Los participantes en los grupos de discusión muestran que, por un lado, se han sentido estigmatizados y, por otro, no se les ha involucrado en la solución de la gestión de esta pandemia. Para mí este segundo tema es clave, porque muchos de ellos fueron muy útiles para las familias durante el confinamiento más duro, fueron como la tabla de salvación. Gracias a los adolescentes y los jóvenes pudimos, por ejemplo, acceder a la cultura digital de una manera más estable, y también fue un momento de reconexión y de investigación de un nuevo diálogo entre generaciones. Considero necesario un nuevo contrato generacional ya que esta enorme desigualdad y esta inestabilidad y temporalidad del trabajo juvenil, si dura mucho más tiempo, está creando un nuevo sistema de clases sociales que ya no se basa en el origen social o étnico, sino que se basa en la edad.

Finalmente, es importante impulsar políticas que tengan en cuenta a las nuevas generaciones, que las incluyan en la toma de decisiones. En el grupo de investigación en los que participo en la UPF estamos planificando con el Consejo de la Juventud un foro de la juventud donde las nuevas generaciones aporten ideas para reconstruir la sociedad y el planeta. Es una generación muy creativa y, si los escuchamos, muchas cosas se podrán aplicar.

El 1 de marzo se conmemora el Día de la Cero Discriminación. Si bien la fecha fue establecida por ONUSIDA para combatir el estigma que sufren las personas con VIH, no se restringe a cuestiones vinculados a la salud, sino que busca eliminar todo tipo de discriminación y garantizar el derecho de todas las personas a vivir en igualdad y con dignidad.

Entrevista completa realizada por El Punt Avui disponible aquí